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<p>Fruto de un vasto trabajo de investigaci&oacute;n sociol&oacute;gica realizado en los &uacute;ltimos cinco a&ntilde;os y en el que ha participado un equipo de m&aacute;s 90 expertos e investigadores de 30 universidades de nuestro pa&iacute;s, el Informe analiza cuestiones como el modelo social de nuestro pa&iacute;s, la actual distribuci&oacute;n de la renta, los procesos de exclusi&oacute;n social, el mercado de trabajo, el estado de bienestar, qu&eacute; nueva sociedad surgir&aacute; tras las crisis, el capital social y cultural, la situaci&oacute;n de Espa&ntilde;a en el entorno internacional.</p> <p>El Informe entra de lleno en el an&aacute;lisis de nuestro modelo de desarrollo social, en el que destacan los altos niveles de desigualdad salarial, la limitada capacidad redistributiva del sistema de impuestos y un sistema de prestaciones reducido, poco protector en el tiempo y que no se adecua a las necesidades de los hogares en funci&oacute;n de sus caracter&iacute;sticas.</p> <p>&nbsp;De la envergadura de este deterioro da cuenta el hecho de que el n&uacute;cleo central de la sociedad espa&ntilde;ola considerado en situaci&oacute;n de integraci&oacute;n social plena es ya una estricta minor&iacute;a y en la actualidad representa tan solo el 34,3%, mientras que en 2007 superaba el 50%. Esto significa que la poblaci&oacute;n excluida en Espa&ntilde;a asciende ya al 25% y afecta a m&aacute;s de 11.746.000 personas. De ellas, 5 millones se encuentran en exclusi&oacute;n severa. Adem&aacute;s, hay que tener en cuenta que 2 de cada 3 personas excluidas ya estaban en esta situaci&oacute;n antes de la crisis. La precariedad afecta a &aacute;mbitos como la vivienda y la salud. De los 11,7 millones de excluidos, el 77,1% sufren exclusi&oacute;n del empleo, el 61,7% exclusi&oacute;n de la vivienda y el 46% exclusi&oacute;n de la salud.</p> <p><span style="font-size: small;"><strong>&nbsp;Empleo</strong></span></p> <p>&nbsp;El VII Informe FOESSA se&ntilde;ala la existencia de una &laquo;generaci&oacute;n expulsada&raquo; de trabajadores para los que ha mermado el tipo de puesto que desempe&ntilde;aban y cuya cualificaci&oacute;n es escasamente aplicable en otros sectores. En la actualidad, la tasa de trabajadores excluidos se sit&uacute;a en el 15%. Y puede decirse que el trabajo deja de ser un espacio de consolidaci&oacute;n de derechos para convertirse en un espacio de vulnerabilidad y de p&eacute;rdida de capacidad econ&oacute;mica, social y personal. &nbsp;Es en este contexto cuando m&aacute;s sentido tiene la apuesta por la econom&iacute;a social y las empresas de inserci&oacute;n, otros modelos en los que la persona es el centro de la relaci&oacute;n laboral.</p>
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